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Se abre la puerta de nuestra casa y descalzos comenzamos a correr entre interminables arboles que acarician y besan un cielo transparente , el cuadro perfecto para que tu y yo seamos los protagonistas de este amor inagotable que se renueva y saca fuerzas de la naturaleza .
Nuestros oídos escuchan la música , la música de millones de hojas rozandose entre ellas , a su compás , damos vueltas tomados de las manos hasta caer de cansancio sobre nuestras espaldas , mientras la verde hierba amortigua nuestro entusiasmo . Así nos quedamos por algunos momentos , mirando el infinito , al mismo tiempo que acariciamos nuestras manos entrelazadas que nos unen como uno solo . Somos dos personas reflejadas en un solo pensamiento . Por nuestras venas , corren caudalosos ríos de sangre que refrescan a nuestros enamorados corazones , que jadeantes de cansancio , nos incitan día a día a repetir la experiencia de amarnos así .
Nos levantamos muy despacio, te envuelvo con mi brazo , me envuelves con el tuyo y caminamos entre huellas que como todos los días dejamos como señas para recordar que pertenecemos a un lugar y no confundirnos pensando que somos de todos lados . Todo un bosque , todo un mundo para ambos , un mundo lleno de largos toboganes nevados que nos invitan a recorrerlos deslizándonos sobre ellos , llenándonos de alegría y emociones hasta llegar a grandes ríos que nos sirven como inmensos espejos donde nos miramos para vernos juntos , sonriendo y formando un cuadro , enmarcado por nuestra naturaleza que cobija un amor incontrolable , que vive como ermitaño y lejos de todo . Y así es interminable y feliz.
MarceloRomero Deriu